Me "prendí" a partir de la anécdota inicial...
¿Cuánto tiempo nos falta para que en nuestras escuelas y colegios sean cotidianas las tecnologías en el aula.
Aquí lo transcribo:
Aprendamos a enseñar con tecnología
Entre los profesores de Universidad circula una anécdota, que nadie sabe si es del todo cierta, pero da que pensar. Por lo visto, un profesor se disponía a pronunciar una conferencia y el encargado de la técnica en la sala le preguntó: “¿Trae usted un PowerPoint o tiene algo que decir?”. No se sabe si la pregunta iba con segundas pero, a poco que uno frecuente congresos académicos o haya asistido a ciertas clases universitarias, reconocerá que aquel humilde técnico formuló la pregunta correcta.
Hoy día, en las aulas de la Universidad se hace en general poco uso de la tecnología como herramienta didáctica. Pero lo peor quizá es que cuando se emplea, a menudo se usa mal. Los profesores universitarios siguen apegados a viejos modelos pedagógicos, donde la forma convencional de enseñar, incluso cuando recurren al apoyo de presentaciones informáticas, es la clase magistral (y entiéndase el adjetivo en su acepción más prosaica: un señor que explica mientras sus alumnos se limitan a oír y, si hay suerte, a escuchar). No cabe duda de que cuando un profesor es además maestro, esa forma de dar clase basta y sobra. Sin embargo, como no hay tantos maestros como se quisiera, a los profesores cada vez nos resulta más imprescindible aprovechar los recursos técnicos que facilitan una enseñanza más activa, eficaz e interesante. Y los hay.
En los últimos años nos hemos beneficiado de una avalancha de tecnologías que nos permiten revitalizar los métodos de enseñanza. Hoy las universidades pueden dotar a sus aulas de dispositivos audiovisuales, pizarras interactivas y sistemas digitales de todo tipo. Las clases, además, pueden extenderse más allá del horario lectivo gracias a los sistemas de intranet, los blogs educativos o las bibliotecas virtuales. Existe, en suma, un sinfín de tecnologías que permiten enseñar mejor, siempre que se parta de la premisa de que el profesor ha de tener “algo que decir”. La tecnología no debe emplearse como una máscara de la incompetencia, sino como un refuerzo de la excelencia.
Ahora que el sistema universitario español ultima sus reformas con vistas a su adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, es imprescindible que los profesores reflexionen sobre qué herramientas tecnológicas deben utilizar para la mejora de su docencia. Esta reflexión debe ir acompañada de inversión económica y apoyo de las instituciones, sin duda. Pero quizá más importante que ese apoyo sea un ingrediente personal previo: la voluntad.
Hoy día, en las aulas de la Universidad se hace en general poco uso de la tecnología como herramienta didáctica. Pero lo peor quizá es que cuando se emplea, a menudo se usa mal. Los profesores universitarios siguen apegados a viejos modelos pedagógicos, donde la forma convencional de enseñar, incluso cuando recurren al apoyo de presentaciones informáticas, es la clase magistral (y entiéndase el adjetivo en su acepción más prosaica: un señor que explica mientras sus alumnos se limitan a oír y, si hay suerte, a escuchar). No cabe duda de que cuando un profesor es además maestro, esa forma de dar clase basta y sobra. Sin embargo, como no hay tantos maestros como se quisiera, a los profesores cada vez nos resulta más imprescindible aprovechar los recursos técnicos que facilitan una enseñanza más activa, eficaz e interesante. Y los hay.
En los últimos años nos hemos beneficiado de una avalancha de tecnologías que nos permiten revitalizar los métodos de enseñanza. Hoy las universidades pueden dotar a sus aulas de dispositivos audiovisuales, pizarras interactivas y sistemas digitales de todo tipo. Las clases, además, pueden extenderse más allá del horario lectivo gracias a los sistemas de intranet, los blogs educativos o las bibliotecas virtuales. Existe, en suma, un sinfín de tecnologías que permiten enseñar mejor, siempre que se parta de la premisa de que el profesor ha de tener “algo que decir”. La tecnología no debe emplearse como una máscara de la incompetencia, sino como un refuerzo de la excelencia.
Ahora que el sistema universitario español ultima sus reformas con vistas a su adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, es imprescindible que los profesores reflexionen sobre qué herramientas tecnológicas deben utilizar para la mejora de su docencia. Esta reflexión debe ir acompañada de inversión económica y apoyo de las instituciones, sin duda. Pero quizá más importante que ese apoyo sea un ingrediente personal previo: la voluntad.
Artículo [.pdf; 591 kb] publicado en el suplemento 'Campus' (nº 520, 21/05/2008) de El Mundo,
como apoyo al reportaje Un sistema universitario analógico en plena era digital
como apoyo al reportaje Un sistema universitario analógico en plena era digital